El hábito que está inyectando vida a mi matrimonio
De la Palabra de Dios: “Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría” (Salmos 90:12).
La vida pareciera ir mucho más rápido en estos tiempos que en siglos atrás. Las obligaciones se multiplican y las cosas que nos distraen de lo que realmente importa proliferan como esas florecitas pequeñas que parecen atractivas pero que en realidad son malas hierbas y nos cuesta mucho eliminarlas del jardín.
Hace algunas semanas mi esposo y yo decidimos que saldríamos a caminar todos los días. Como vivimos en lugar de clima muy caliente, hacerlo al anochecer nos resulta maravilloso, especialmente ahora que los días son más largos por el horario de verano. El motivo original de la decisión fue la salud. Tanto él como yo pasamos mucho rato sentados frente a la pantalla de una computadora y ya todos sabemos que eso no es nada bueno cuando del bienestar físico se trata.
Pero resulta que esas caminatas nos han traído mucho más que oxígeno a la sangre y la quema de calorías. Las caminatas de las tardes se han convertido en el tiempo en que podemos conversar, sin interrupciones. Hablamos de asuntos importantes y otros no tanto. Comentamos lo que hicimos durante el día. Aprovechamos para hacer planes, compartir sueños. Miramos el vecindario, disfrutamos ver el sol desaparecer, escuchar los sinsontes que son muy comunes donde vivimos. Las caminatas se han convertido en un momento para reconectarnos el uno con el otro después de muchas horas separados por el trabajo y los quehaceres del día.
Y la razón por la que te cuento todo esto es porque como dice el título, este hábito está inyectando vida a nuestra relación. Si no somos intencionales, el ajetreo, las responsabilidades y la rutina poco a poco van deteriorando un matrimonio. Esta relación, como el cuerpo físico, necesita su propio “oxígeno”. Necesita tiempo para mirar a los ojos del otro. Necesita caminar tomados de la mano. Un buen matrimonio se nutre cuando silencia al resto del mundo y se enfocan el uno en el otro.
Sí, hay días en que por una razón u otra se nos hace imposible dar la caminata, pero lo estamos convirtiendo en prioridad. Mi querida lectora, quizá una caminata no sea lo que quieres incorporar a tu horario, aunque es excelente para la salud; pero quiero invitarte a descubrir algo que pueda aportar ese oxígeno tan necesario a la relación. Conversa con tu esposo y decidan qué pueden hacer para dedicar un espacio del día a ustedes dos.
Al principio pudiera incluso hacerte sentir un poco egoísta por apartar este espacio de tiempo y quitarlo a la casa, los hijos o cualquier otra cosa; incluso puede que tengas que renunciar a ver un programa de televisión o algo parecido, pero vale la pena. Esta es una inversión que tiene dividendos seguros y buenos. Para que se convierta en hábito tienen que pasar más de 30 días, según dicen algunos expertos en el tema de formación de hábitos. Sin embargo, llegará un momento en que anhelarás esta parte de tu día. ¡A mí me está pasando! A veces me cuesta ponerme los tenis y salir a caminar, pero cuando pienso en el beneficio de disfrutar unos minutos con el amor de mi vida, ¡salgo adelante!
Hace poco le dije a alguien: “las cosas buenas de la vida siempre cuestan, especialmente las relaciones”. Y hoy te lo digo a ti. Un buen matrimonio no puede subsistir con los recuerdos del noviazgo o de los primero años… como mismo tú y yo no podemos vivir hoy con el oxígeno de ayer. Necesitamos respirar cada día aire nuevo y el matrimonio necesita que se le inyecte vida cada día también. Esto nadie lo puede hacer por nosotros, es nuestra responsabilidad.
Como te dije al principio, la vida pasa rápido, muy rápido. Entender eso debe hacernos dar prioridad a lo verdaderamente importante, ¡y vivir como Dios lo diseñó!
© 2016 Wendy Bello
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Originally published Wednesday, 14 December 2016.