Mi legado de madre
De la Palabra de Dios: “Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte” (Salmos 127:3, NTV).
Más de una noche me he quedado despierta en la cama, contemplando el techo, con las lágrimas calientes rodando por las mejillas, preguntándome si cuando crezcan solo recordarán mis errores, si los momentos malos opacarán los buenos, si podrán entender que con ellos aprendí a ser mamá…
Quizá te ha pasado a ti también.
Cada día de nuestra vida como madres estamos construyendo un legado para nuestros hijos. Algo que se quedará con ellos incluso cuando nosotras ya no estemos. Pero, ¿sabes?, a pesar de esas noches de lágrimas y de mis propias dudas he llegado a entender que ese legado no tiene que ser un ideal de perfección. ¡Al contrario! Esa meta es imposible de alcanzar y lo que tantas veces nos frustra y nos impide avanzar.
Quiero dejar a mis hijos un legado real.
El legado de haber convivido en una familia imperfecta, como todas, pero aferrada al Perfecto. Una familia donde el amor siempre cubra multitud de pecados y sea incondicional.
Quiero mostrarles el verdadero orden bíblico: Dios, esposo, hijos. Que me vean amar a su papá, abrazarlo, besarlo. Y sí, algunas veces nos verán disentir, pero nunca maltratarnos ni faltarnos el respeto. Y cuando nos equivoquemos, quiero que vean que nos pedimos perdón. Modelarles una relación que pueda servirles de inspiración.
Quiero que recuerden a una mama auténtica, que se equivocó a montones, pero reconoció sus errores y también buscó el perdón de ellos. Eso les hará sentir seguros cuando ellos mismos se equivoquen y tengan que buscar perdón, de Dios, de sus padres o de otras personas según vayan creciendo.
Quiero que en sus mentes se graben las canciones que les canté arrullándolos y las que luego cantamos juntos en la casa, en el carro, en la iglesia.
Anhelo dejarles un legado de momentos de risa y abrazos, de mañanas de sábado jugando en la cama antes de levantarnos y de besos en la noche antes de dormir.
Quiero que recuerden las ocasiones en que coloreamos juntos, cocinamos juntos, hicimos castillos de arena y paseamos juntos en bicicleta.
Le pido a Dios que puedan recordar a una mamá que les abrazó cuando estuvieron tristes o tuvieron dudas, y que siempre trató de escucharles y contestar sus preguntas. Una mamá que oró con ellos en cualquier situación.
Quiero que mi legado mayor para ellos sea haberme visto vivir lo que predico y amar a Jesús hasta el final, con imperfecciones y todo.
No sé qué riquezas materiales puedan heredar nuestros hijos pero es mi oración que podamos dejarles el caudal de una vida abundante en Cristo Jesús, tal y como Dios la diseñó.
Tal vez alguna vez lo has hecho, pero si no, quiero animarte a dejar parte de ese legado por escrito. Escribe una carta a cada uno de tus hijos. Cuéntales detalles de su vida y de lo que representan para ti. Cuéntales de tus sueños como mamá, tus anhelos y oraciones por ellos. El día en que ya no estés esto será un gran tesoro.
Y recuerda, por sobre todas las cosas, busca ser una mamá como Dios lo diseñó.
Bendiciones,
Wendy
Si quieres aprender más sobre el diseño divino para tu vida, te invito a visitar: www.wendybello.com
Originally published Wednesday, 28 May 2014.